jueves, 6 de noviembre de 2008

El amenazado

Es el amor. Tendre que ocultarme o que huir.

Crecen los muros de su carcel, como en un sueño atroz. La hermosa

máscara ha cambiado, pero como siempre es la unica. De que me serviran

mis talismanes: el ejercicio de las letras, la vaga erudicion, el

aprendizaje de las palabras q ue uso, el aspero Norte para cantar sus

mares y sus espadas, la serena amistad, las galerias de la Biblioteca,

las cosas comunes, los habitos, el joven amor d e mi madre, la sombra

militar de mis muertos, la noche intemporal, el sabor del sueño?

Estar contigo o no estar contigo es la medida de mi tiempo.

Ya el cantaro se quiebra sobre la fuente, ya el hombre se levanta

a la voz del ave, ya se han oscurecido los que miran por las ventanas,

pero la sombra n o ha traido la paz.

Es, ya lo se, el amor: la ansiedad y el alivio de oir tu voz, la

espera y la memoria, el horror de vivir en lo sucesivo.

Es el amor con sus mitologias, con sus pequeñas magias inutiles.

Hay una esquina por la que no me atrevo a pasar.

Ya los ejercitos me cercan, las hordas.

(Esta habitacion es irreal; ella no la ha visto.)

El nombre de una mujer me delata.

Me duele una mujer en todo el cuerpo.

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